martes, 5 de marzo de 2013

A MI MADRE

Era una tarde fria de junio, por un momento, reinó un silencio ensordecedor, de pronto, se escucharon sollozos, llanto desesperación.

Blanquita era morena y buena mamá, hizo una fiesta de cumpleaños para su niña de largas trenzas, de ojos claros, pícara sonrisa ¿pero que sucedió? porque ya no la llevó a su primer dìa de escuela, porque le cortaron sus largas trenzas, porque nadie le contó que había desengaños, pero que también existía la felicidad, porque no la veía más porque los días parecían todos nublados y su pequeño mundo vacio.

Muy temprano vío como se empredaba su pequeña vida, conoció la soledad, siendo la tristeza su confidente, nadie la premió por amar, no recibió su bendición, ¿donde está? se preguntaba pero, sus interrogantes en el aire morían.

A la vuelta de sus primeros años de vida supo lo que era la muerte, porque ésta se había llevado a Blanquita, su madre, su ausencia le produjo una profunda herida, buscaba su consuelo, extrañaba su cariño, pero el tiempo inclemente ni un segundo de detenía, él observó su crecimiento.

Sus pocos recuerdos los atesoró en el cofre de su corazón, es así  como se hizo mujer.

Cuantos momentos buenos y malos han pasado, quizás muchos o quizás pocos, el amor en combinación con la vida, decidieron darle tres regalos eternos, cada uno diferente pero para ella de gran valor, conoció el dolor que significaba ser madre, y llamó, nuevamente a la suya.

No adivinó que gastaría tantas lágrimas que pasaría noches en vela esperando el retorno de aquellos que daban sentido a su existencia, la ira, la decepción, la siguío días meses pidiendo a gritos sordos una explicación, dudas acechaban su alma, quedando pegada a la culpa.

Las tantas lágrimas derramadas, la presencia de la señora ira, la respetable decepción dejaron en su espíritu huelas intangibles y surcos visibles aparecieron en su frente y mejillas, sonidos extraños que no la dejan dormir, aprendió que no es suficiente gritar, ni perder el norte, se llenó de conocimientos,  tal vez estos le mostrarían el camino correcto, llamaba en silencio a la que le dio la vida pidiendo consejo, para obrar con sabiduría, prudencia y calma, pero sabe bien que ésta nunca más vendrá.

Te quiero mamá le dice, en voz baja, también que no la dejará de necesitar y extrañar le agradece el haber nacido.

A sus hijos les dice hoy , que no espera recompensa, que el saberlos felices es alimento para continuar en esta lucha que es la vida


No hay comentarios:

Publicar un comentario